

LAS PASO SU NECESARIA MODIFICACION LEGISLATIVA
Habiendo transcurrido tres elecciones con el sistema de las PASO, conforme Ley 26.571 de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral, podemos decir de la imperiosa necesidad de su modificación legislativa, en atención que la misma cumplió solamente de modo parcial sus objetivos, y que los partidos políticos se empeñaron en violar y destruir su naturaleza, ejerciendo altas cuotas de autoritarismo interno llevando a que un sistema que pretende dirimir candidaturas internas, sirva únicamente para postular dos veces sus listas únicas. Ese pequeño grupo de personas que controlan los partidos desde hace años, y que son los que diagraman de un modo u otro la oferta electoral, se las han ingeniado para evitar los efectos “democratizadores” del nuevo mecanismo de selección de candidatos.
Dicho ello, se debería modificar que solamente participen de las elecciones primarias PASO, aquellas agrupaciones políticas que presente más de una lista de candidatos, es decir, que oferten a los electores algo sobre lo que elegir, de modo de justificar la intervención e inversión estatal en el proceso electoral, y generar una equidad real basada en la igualdad entre las agrupaciones políticas, pero en similares condiciones.
En ese orden, se debería establecer que los partidos políticos que decidan ir con lista única a la elección general, no puedan decidir volcar las elecciones de otros partidos políticos que si compiten de modo abierto en cumplimiento de la norma.
Otra modificación importante, sería establecer la composición de las Juntas Electorales partidarias para las PASO, de modo de alcanzar una composición equitativa y con control estatal.
A tenor de ello, el tema transcendente son los aportes estatales para la financiación de la campaña electoral para quienes decidan participar de las PASO, ofertando más de una lista al elector, y tengan derecho a acceder a la distribución de espacio en radio y televisión, debiéndose excluir a los partidos o agrupaciones políticas que participen con una sola lista.
También se debería avanzar en cuanto a la proporcional d'hont, como el que deberá aplicarse para establecer que candidatos participarán de las elecciones generales, para candidatos a diputados nacionales. En la misma reforma se debe prever un piso electoral máximo que podrán aplicar los partidos y alianzas, para que las listas contendientes sean consideradas en la distribución de los cargos, de modo de preservar la representación minoritaria.
En ese entendimiento, se debería derogar el piso porcentual que la ley establece como requisito y que debe obtenerse en las PASO, para poder competir en la elección general. El mismo carece de sentido, en tanto y en cuanto, hay agrupaciones políticas que pueden pasar directamente a la elección general en caso de proponer listas únicas, y porque la intención de dicho piso, era eliminar el llamado “residuo electoral”, es decir, los pequeños partidos que obtienen ínfimos porcentajes de votos, pero que terminan
modificando con ellos, los porcentajes obtenidos por los partidos más votados.
Dicho fin podría ser considerado si la naturaleza de las PASO se hubiese conseguido con la aplicación de la ley 26.571, pero no fue así.
Cabe señalar los antecedentes que llevó al Poder Ejecutivo el impulso de la “Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral”, que fuera sancionada por el Congreso de la Nación a fines de 2009, que lleva el número 26.571.
Dicha norma, entre otros fines, estableció el sistema de Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatoria, llamada en adelante PASO, además de establecer una serie de recaudos en materia de financiamiento de la actividad política de campaña y otras reformas en cuanto al Código Electoral Nacional.
La naturaleza de dichas PASO importó que sean los ciudadanos quienes elijan de entre los dirigentes de cada partido político cuáles serían los que participen en la elección general.
Las elecciones primarias y abiertas han resultado imprescindibles para borrar del mapa la anticuada lógica de que es valioso que un puntero por ejemplo tenga “400 votos en la segunda”. Tal ridiculez con la que convivimos casi un siglo, y que es reminiscencia del fraude conservador de la generación del “80”, muere cuando hay primaria abierta y obligatoria, porque todos los ciudadanos se vuelven masivamente a las votaciones internas, y eso minimiza al punto de la inexistencia a los “aparatos”. Y lógicamente deben ser simultáneas, para que los simpatizantes de un espacio no tengan posibilidad de volcar los resultados de otro.
Lo que entra en cuestión es la obligatoriedad de las mismas. En principio se entiende lógica por lo antes expuesto, que se mantenga la obligatoriedad del voto de los ciudadanos, hasta tanto, los mencionados “aparatos partidarios” terminen de extinguirse. Ahora bien, el esquema actual, la primaria es obligatoria incluso cuando un espacio lleva una sola lista. Y aun cuando ese caso, no hay nada para elegir, el Estado, es decir todos nosotros, le damos muchísimo dinero para que haga campaña para una interna que es ficticia; Y espacios en radio y televisión.
En efecto, como no hay nada que definir, una sola lista recibe el dinero y espacio dos veces, para la primaria y para la general. En ese contexto, tiene muchísimas ventajas el que no respecta el espíritu de la primaria sobre el que sí lo hace. En el primer caso, una sola lista usa todo el dinero que le aporta el Estado, para una campaña que no es tal. En el segundo las listas que si compiten, deben repartirse el dinero en partes iguales entre todos, por ende, cada candidato solamente dispone de una porción.
Obviamente, la consecuencia de ello, es que la lista única se difunde con muchos más recursos, y llega a más votantes, como resultado de la ventaja que le ofreció vulnerar la naturaleza y espíritu de la ley, así como, los fines de que esta buscaba.
En conclusión, los espacios políticos que determinan la postulación de listas únicas no participen de las primarias. Es decir, para ellos no son obligatorias, ni siquiera posibles. No reciben fondos estatales, ni espacios publicitarios, y su período de campaña electoral empieza a correr, cuando el cronograma que elabora la Justicia dice que puede hacerse campaña para la elección general.
Quienes sí disputan una interna/primaria real recibirán los fondos y espacios para su campaña y participación de la elección, que para el ciudadano será obligatorio. De este modo se alcanza una verdadera equidad. Los beneficios económicos y de posicionamiento político que otorga el sistema de primarias podrán aprovecharlo quienes realmente celebren una primaria. Para resolver el problema que podría presentar que el partido A no haga primarias, pero mande a su gente a inclinar la interna del partido B, se elaborará un padrón que excluya a los afiliados de los partidos que no se presentan a primarias. Es decir en la primaria de los partidos que realmente la celebren, votarán afiliados a esos partidos, y toda la masa de independientes no afiliados a ningún partido, que son más del 90% del padrón habitual.
Por otra parte, el sistema de PASO ha desnudado alguno otros defectos congénitos. Existe una fuerte inequidad en la composición de las juntas que favorece a los oficialismos controlantes del partido y por ende a sus listas frente a las de opositores, que hipotéticamente, bien podrían ser preferidas por el elector no afiliado y que terminan enfrentando desventajas estructurales.
Es menester señalar, que existe un déficit democrático funcional, cuando se deja librado a cartas orgánicas partidarias o reglamentos electorales de alianzas, el modo en que se compondrán las listas para la elección general. Así la norma estaría autorizando una representación minúscula o incluso nula de las minorías en el proceso electoral general, generando una defección democrática en la misma génesis de la confección de las listas de candidatos.
En fin, como quedaron diseñadas las PASO en la ley 26.571, no se consiguió ninguno de los fines perseguidos. No se alcanzó una competencia interna plena, por el contrario, se premia con publicidad y dinero de los contribuyentes a quien no compite, y además, se le da la posibilidad de hacer doble campaña, poniéndoselo por sobre los que si compiten.
En ese contexto descripto, entiendo de la imperiosa necesidad de modificar las PASO, para producir equidad democrática y electoral real. Es decir, los sistemas electorales se democratizan mediante el juego de prueba y error, y buena parte de los errores de las PASO ya quedaron expuestos y es momento de mejorar dicha herramienta electoral en pos de un sistema electoral más transparente y eficaz.